El escriba, de Robert y Shana ParkeHarrison

El escriba, de  Robert y Shana ParkeHarrison
"Un libro debería ser un hacha para romper el mar congelado en nuestro interior" "¿Por qué la gente del futuro se molestaría en leer el libro que escribes si no les habla personalmente, si no les ayuda a encontrar significado a su vida?" J.M. COETZEE ("VERANO")

1/5/14

Gente simpática: párrafos elegidos por José Ángel Barrueco

Me gustan los párrafos elegidos por JAB para ilustrar el diario. 
Hace unos días, en una comida con el escritor y periodista Miguel Baquero, la charla sobre Gente simpática se centró en el aspecto aglutinante de las distintas líneas de lectura que hay en el libro: Baco y su regreso. Resulta que Miguel también lleva su particular "Baco" dentro. Y hace unos meses, hablando de rock y radio, Montero Glez también me mostraba el animal latente que le poseía (precisamente este año sacará una novela recuperando los recuerdos de aquella época de los 70 y los 80).
Resumiendo: que empezamos a mirar atrás, con todo lo que eso significa.

Gente simpática (The Sympathy Tour), de Esteban Gutiérrez Gómez (Baco)


El avión a Oviedo sale a las dos de la tarde de la nueva T-4, lo que significa estar allí hora y media antes. Desde Fuenlabrada tendremos que coger tren y autobús hasta el aeropuerto, más o menos hora y cuarto, así que hemos decidido levantarnos a las diez y darnos una ducha reconfortante. Yo he dormido mejor y Patxi también. Mientras preparo el desayuno, Patxi imprime las tarjetas de embarque del avión. Aprovecha que no está mi hijo para bucear en Internet a la búsqueda de noticias sobre Simpatíay colgar algunas fotos de las presentaciones en el blog del libro. En Facebook ya hay algunas fotos que nos hacen sonreír y nos traen buenos recuerdos. En ese momento pienso que sería bueno escribir un diario con lo que está pasando, porque ha habido momentos mágicos que me arrastran al pasado, a aquellos años de radio y rock de Baco.

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Algo de niebla cubre el valle a los pies de Navacerrada ofreciendo un espectáculo de mar de nubes brillantes. Paro en la subida al Alto del León y me fumo un cigarro disfrutando de esos pocos momentos en los que la naturaleza te ofrece de modo impagable algo que escapa a la acción del hombre. Este viaje tiene algo de eso, porque busco también los bosques de castaños de El Bierzo en otoño, y los pámpanos rojos de las viñas de uva mencia, las vides más antiguas de España, muchas de ellas en época romana. Quizá sea tarde y todo esté ya pelado por el invierno. Mientras fumo me acuerdo de esos otros espectáculos naturales, del mar embravecido que recarga mi alma de energía, de puestas de Sol sobre el agua que me invitan a cumplir los sueños por la noche, de tardes de lluvia que tienen la facultad de abrirme los pulmones y meterme saudade por los ojos, de bosques de umbría en otoño, capas de colores, hayedos, que me colman de misterio.

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Disfruto cada sorbo mientras nos metemos en el mundo abismal de Xen: en por qué y para qué hacemos las cosas, en cómo cambiar el mundo, en reflexionar con lo que ocurre, para llegar, una vez más, al bucle, a que uno tiene que poner su cabeza en orden para luego ordenar el mundo. Xen está todavía en la fase Uno, creo que siempre lo estará, pero sus teorías son más que acertadas. Yo le cuento lo mío, lo que opino del mundo y de la corrupción implícita en el ser humano que anhela el poder económico o político, en el pesimismo existencial del hombre social. Para mí el ser humano es puro en tanto no comparta objetivos con otro ser humano buscando algo de poder. Por eso mi alternatividad confesional, el hacer las cosas al margen de instituciones y subvenciones, como Al Otro Lado del Espejo y otros proyectos. Simpatía por ejemplo.

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Me figuro que para aguantar este trote tirará de inas, porque cuando Baco nació también trabajaba un huevo de horas y no había otro remedio si quería estirar el tiempo. El día empezaba a las seis de la tarde. Una ducha y para la academia, a estudiar para opositar porque ese dinero de la noche, no es limpio. No puede ser limpio decía mi padre. A la salida, directo a la radio, a los controles de sonido de programas, grabando cuñas, enlatando horas de programación con música. Luego, sobre las cuatro y media o cinco de la mañana, a tomar algo a bares que sabíamos siempre estaban abiertos por la noche (bares de taxistas, de estibadores en mercados, Vips si había lana), hasta que a las seis y media de la mañana cogía la Siata de Correos y recorría la ciudad de distrito en distrito, rutas y enlaces, hasta las dos. Una hora después comía algo y me acostaba para dormir tres horas máximo. Cuando había que estirar el día de esa manera, era a base de inas. Fueron unos meses, es verdad, pero así eran las cosas.

[Ateneo Obrero de Gijón]

Del blog "Escrito en el viento", José Ángel Barrueco. GRACIAS.

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